Todo aprendizaje humano comienza con la fe. Cuando un infante ve la foto de un elefante por primera vez, mira a su mamá con una expresión que dice: “¿Qué es esto?”. Cuando ella le responde que es un elefante, él lo cree y ha habido aprendizaje. La próxima vez que vea esa foto, probablemente la señalará con el dedo exclamando “¡Elefante!”.

El alumno que desafía a su maestro diciendo: “Deme pruebas de que 1+1=2 si no, ¡no lo creeré!” descubrirá que el aprendizaje se detiene abruptamente en su vida. Si se niega a tener la fe en la fórmula, no podrá constatar el saldo de su chequera. Pero eso no importará porque si no tiene la fe para dominar las bases de la matemática, lo más probable es que nunca gane lo suficiente como para necesitar una chequera.

Hay tres métodos básicos para aprender: el empirismo, el racionalismo y la fe.

Empirismo es confiar en nuestras percepciones sensoriales para descubrir la verdad. Es la base de la investigación científica. El empírico dice: “Lo creeré solamente si lo puedo ver o tocar”, Pero el empirismo tiene su defecto porque hay tantas cosas que no pueden ser vistas o medidas o explicadas.

Racionalismo es confiar en la razón humana para descubrir la verdad. Su unidad de medida es el intelecto humano. El racionalista dice: “Lo creeré solamente si puedo razonarlo con la lógica humana”. Pero el racionalismo tiene su defecto porque nunca puede ir más allá de los límites restringidos de la inteligencia humana.

Fe es confiar en la palabra de alguien en quien confiamos, alguien con más experiencia que nosotros, para descubrir la verdad. En el sentido bíblico, fe es confiar en la Palabra inspirada de Dios. El hombre o la mujer de fe dice:
“Porque Dios lo dijo, yo lo creo, y a su tiempo lo veré y lo entenderé”.

Aunque el empirismo y el racionalismo tienen su lugar en los descubrimientos y en la educación, ninguno de los dos sirve en los intentos del hombre de encontrar o conocer a Dios. El apóstol Pablo en 1 Corintios 1 aclara muy bien que Dios planeó que el hombre lo encontrara no por su percepción sensorial, ni por su intelecto humano, sino solamente por la fe.

Isaías 55:8-11 destaca cuán inmensamente superiores son los pensamientos y los caminos de Dios a los pensamientos y los caminos de los hombres. Dios es omnisciente y omnipresente, sabe todas las cosas y está en todo lugar. Sabía el final de la historia humana antes de que comenzara. Dios es perfectamente justo, perfectamente ecuánime. Nunca miente y siempre cumple Su Palabra. Dios es digno de confianza. Siempre se puede confiar en El, y sólo la fe lo complace (Heb. 11:6).

 

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