Los textos originales de la Biblia no contienen errores porque fueron inspirados por Dios, pero no podemos decir lo mismo de las copias que se hicieron posteriormente o de las traducciones que se han hecho de estas últimas. Los traductores son humanos, de manera que es inevitable que sus propias tendencias religiosas hayan influido en su trabajo. Por lo general, tales errores son relativamente pequeños, pero en algunos casos son grandes equivocaciones que ocasionan enseñanzas y doctrinas erróneas.
Una de esas grandes equivocaciones la encontramos en 1 Juan 5:7-8. Durante más de mil años desde que se completaron las Escrituras, la segunda parte del versículo 7 y la primera parte del versículo 8 no aparecieron en los manuscritos griegos. Alrededor del año 500 apareció este fragmento en la versión latina que se conoce como la Vulgata. Al parecer, la inserción fue un intento para fortalecer la creencia en el concepto teológico de la Trinidad, el cual se debatía en ese entonces. Las palabras que se agregaron son las siguientes: “en el cielo: el Padre, el Verbo y el Espíritu Santo; y estos tres son uno. Y tres son los que dan testimonio en la tierra”.
Hasta el año 1300, en ninguno de los manuscritos griegos del Nuevo Testamento aparecieron estas palabras. “Todas las pruebas textuales están en contra de 1 Juan 5:7. De todos los manuscritos griegos, sólo hay dos que lo contienen. Estos dos manuscritos son de fechas muy recientes, uno del siglo 14 ó 15 y el otro del siglo 16. Ambos muestran claramente que este versículo fue traducido del Latín” (Neil Lightfoot, How We Got the Bible [“Cómo obtuvimos la Biblia”], 1963, pp. 57-58).
Parece ser que los monjes que copiaron el texto del Nuevo Testamento en el siglo 14 ó 15 agregaron este versículo de la Vulgata. Hasta la Biblia de Jerusalén reconoce que este versículo no es auténtico y no lo contiene. Al pie de la página correspondiente aparece esta nota: “Los mss [manuscritos] de la Vulg. [Vulgata] añaden la frase siguiente: dan testimonio: en el cielo: el Padre, el Verbo y el Espíritu Santo, y estos tres son uno; y tres son los que dan testimonio en la tierra: el Espíritu, etc.”
El versículo en 1 Juan 5 debería decir, como cientos de los textos griegos más antiguos y la mayoría de las traducciones modernas dicen: “Porque tres son los que dan testimonio: el Espíritu, el agua y la sangre; y estos tres concuerdan”. Esto se refiere al testimonio de que Jesucristo es el Hijo de Dios (vers. 5-6).
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