El Nuevo Testamento fue escrito en el idioma usado en el mundo de habla griega desde alrededor del año 300 a. de C. hasta alrededor del año 500 d. de C. Se le llamaba koiné o “griego común” porque era el lenguaje de la calle, el del pueblo y distinto del griego clásico de la literatura.

El griego koiné fue ideado por Alejandro el Grande por una razón: para conquistar el mundo. Cuando Alejandro empezó a reunir un ejército formado por soldados de ciudades-estados griegos que había conquistado, se encontró con un serio problema. Cuando sus sargentos vociferaban: “Izquierda, de frente, marchen”, cada soldado iba en diferente dirección. No había una lengua griega. Los hombres de Atenas hablaban con la elocuencia clásica del griego ático, los espartanos se comunicaban con los monosílabos guturales del griego dórico.

Antes de poder conquistar el mundo, Alejandro tenía que conquistar el idioma. Sus griegos tenían que tener una lengua clara y fácil de entender. El Idioma en el cual Dios comunicaría el mensaje del Nuevo Testamento surgió originalmente con el fin de ser tan claro, tan exacto que en una situación de combate cada persona en el campo de batalla entendiera inmediatamente las instrucciones del comandante.

Alejandro había sido enseñado por su tutor, Aristóteles, a pensar con precisión matemática. Cuando el deseo de Alejandro de tener una lengua exacta y clara se unió a su mentalidad matemática, surgió la koiné griega. Era el lenguaje perfecto para comunicar la verdad absoluta.

En ningún otro idioma es tan clara la posibilidad de una expresión exacta como lo es en el sistema de verbos griegos. Cada verbo griego tiene un arreglo en tres partes para que el lector pueda saber exactamente lo que el verbo significa. Los tres componentes son: tiempo, voz y modo.

Existen cinco tiempos en griego. Cada tiempo le dice al lector dos cosas sobre la acción que el verbo describe: el tiempo de la acción y él tipo de acción. Los tiempos son pasados, presentes y futuros. Los tipos son: lineal (acción continua o progresiva) y puntual (acción momentánea)… Cuando Jesús dice en Mateo 7:7: “Pedid… buscad… llamad…”, el tiempo presente nos indica que no significa “Llamad una vez y basta”, sino “seguid pidiendo, seguid buscando, seguid llamando”, El tiempo aoristo denota acción momentánea, ese momento puede ser en pasado, presente, futuro. En Hechos 16:31 la instrucción al carcelero de Filipo está en el tiempo aoristo, diciéndole que tome una decisión de una vez por todas: “Cree en el Señor Jesucristo, y serás salvo.”

Las tres voces griegas muestran la relación del sujeto con la acción del verbo. En la voz activa, el sujeto produce la acción (implicando, por lo tanto, una elección por parte del sujeto). En la voz pasiva, el sujeto recibe la acción. En la voz media, la cual tiene su paralelo en nuestro idioma a los verbos reflexivos, el sujeto produce la acción y participa de algún modo en el resultado de la acción.

 

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